La Cumbre de Lisboa pone fin a seis años de debate sobre las instituciones de la Unión Europea. El nuevo Tratado deja a la UE lista para afrontar los grandes desafíos de este siglo, como la globalización y el cambio climático.
Desde el 23 de julio, los expertos jurídicos de los Estados miembros, siguiendo el mandato que emitiera en junio el Consejo Europeo, trabajaban sin descanso en la redacción del nuevo Tratado. Ahora, pese a algunas divergencias, los Jefes de Estado y de Gobierno han acordado un texto que puede facilitar considerablemente el trabajo de la Unión.
Los avances son muchos: los ciudadanos podrán expresar su opinión sobre cuestiones europeas y sus derechos se consagrarán en una Carta de Derechos Fundamentales. La Unión estará en mejores condiciones de responder a lo que se espera de ella en campos como la energía, el desarrollo sostenible, la delincuencia transfronteriza y la inmigración, además de hablar con una sola voz en la escena internacional.
Aprobado el Tratado, los Veintisiete pasaron sin más al punto siguiente: la respuesta de la UE ante la globalización. La Comisión propuso a principios de este mes que la Estrategia de Lisboa para el crecimiento y el empleo se centrara en cuatro grandes prioridades: investigación e innovación, entorno empresarial, inversión en las personas, energía y cambio climático.
El Tratado de Reforma deberá firmarse en diciembre y ratificarse antes de las elecciones europeas de junio del 2009.
José Manuel Barroso y José Sócrates anuncian a la prensa la adopción del Tratado de Reforma (audio)
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